el eter; NO MAÑANA

Pensaba que, quizás la satisfacción estuvo ahí, ahí donde nunca la encontré, escondida bajo hojas de papel, que guardadas en sobre, son mandadas a buzones de otra época, cuando escribir carta no era meramente romanticismo. Como el amor que no llego, pero que se juró bajo un árbol en Paris, una tarde lluviosa y gris. Ahí, precisamente ahí donde la cosa nunca ocurrió, es donde quiero estar, perdido en calles que desconozco los nombres, frente a la confitería en la cual te esperaron todos y no te espero nadie, en esa confitería en la que nos juramos amor el día de mañana, que todavía no llega, pero que llegara, quizás dentro de 20 años. 
Perdi un paraguas gris, lo debí haber olvidado en aquella habitación del hotel monpetit, cuando con mi pobre francés, susurraba a las palomas que se acobacharon en la ventana, señalando a la persona que bajo sabanas blancas de hilo se encontraba dormida. C'est Mon amour. Mientras ellas, erizadas de escalofríos arullan con comicidad mi pequeña frase francesa. 
Después de esto, me encontraba ahí, vestido yéndome, en el lobby de Monpetit. Cómo quién recorre la ciudad, salí a buscarte algo de desayuno, mientras la lluvia caía -lo de caía es relativo y lo de lluvia también, porque en realidad era como si fuese que la llovizna flotaba en el aire- me perdí en algunos pasajes adoquinados, seguí caminando, como quién busca algo que no sabe que es, pero que cree tener la certeza de estar caminando por el camino correcto. Así fue, como el próximo lunes mencontraba ya en Roma, no recuerdo haberte visto otra vez, más que mañana que esta llegando. 
Recuerdo haber salido dentro de dos días a comprarte algo de desayuno, y encontrarme tres días después en Roma. Sin rastros de lo que somos, ni de lo que fuimos. Ya estaba en Roma, y pensaba que hubiese sido bueno haber vuelto, pero lamentablemente, ya no me encontraba más ahí, al lugar en el cual nunca estuve, al lugar al que nunca fui. 
Porque mañana... mañana en la batalla deberás pensar en mi.

Mentalidad Disneyland


Donde todo podría volverse cómo por plena convicción en el final más feliz de todos. Ahí donde el ser se encuentra entre el bosque peligroso y el palacio lujoso, donde los sueños consisten en simplemente sufrir, necesitar la perdida, la tragedia en carne propia, después el cuento te lleva a un final feliz.
Hojear cuentos es más que simplemente leer una historia, es una filosofia que atraviesa hasta la ultima particula del ser, donde nos creemos que la tragedia es parte de nuestra existencia, y la llamamos desde nuestras miserables vidas, dejamos que nos visiten, entre horas, de madrugada, de siesta, de mañana o de noche. En verano, en primavera, en otoño y sobre todo en invierno, y más aún los domingos de lluvia. Donde se hace necesario sentirse acompañado.
Será que acaso deberíamos emigrar a los pocos bosques que nos quedan, para poder vivir la tragedia en esa aventura, y tener al fin el final feliz. Recuerdo a "eres tu, el principe azul que yo soñe?.... eres tu el dulce ideal que yo soñé..", deberé dedicarme a amaestrar pequeños animales salvajes, deberé renunciar a los placeres y la comididad de la urbe, deberé aceptar lo espantoso de mi ser, lo bestial y lo instintivo, deberé expresar las emociones, y creerme capaz de ser rey. Deberé aprender de magos y brujas, de buhos y demás. Cuán irreal se vuelve esta realidad, cuando esperamos que las personas golpeen a nuestra puerta, para jurarnos amor. Esperando levantarnos una mañana fría y encontrar con la cabeza revuelta, la cara aún dormida, esquelas en la heladera que expresen algun sentimiento de amor.
Y cuando de pronto, nos volvemos a sumergir en esta realidad, caemos en la cuenta, que no hay nada aprender, y no hay nada que discurtir, que la verdad no existe, y que si existiera sería la propia, que no hay magos ni buhos ni brujas ni brujos que nos enseñen, que no hay villanos, ni bellas, ni bestias, ni vagabundos, ni damas, siquiera esquelas de amor en la heladera, más sólo encontraremos cuentas que reclaman por ser pagadas, que gritan imperiosas ser satisfechas.
Cuando ser villano de vidas ajenas se vuelve incontrolable, cuando los demás se quedan con eso, con ese halo o vestigio. No hay lugar a segundas visiones, tampoco hay lugares (espaciotemporales) como para corroborar que eso es parte de la narrativa, que puede desanudarse, y que puede tener final feliz. Pero siempre nos dedicamos a cerrar capitulos, o lo que es peor a cerrar libros. Sin darnos la oportunidad de que las cosas se desenlancen. Así las historias siempre se repetiran, somos imperfectos y mortales, somos finitos -más aún yo-, y nos quedamos con eso.
Aferrados a la miserable finitud de nuestros cuerpos y nuestras mentes, quizás por la propia naturaleza del ser, la de preservarse, la de no alterarse (tanto), la de mantener la identidad, el grado de entropia. Quién sabe? Sólo escribo para (des)escribirme y leer(me) varias veces. No hay más de lo que hay. Escribo para cerrar cosas, y para que no queden por la mitad. Escribo para rellenar las ausencias, o para completarlas.
Y respondiendo a la naturaleza del ser. Cierro el libro.

De composición y figuras del arte entre otras tantas vulgaridades existenciales . ..


Si se pierden las zapatillas del cienpies ya no podría caminar calzado por la vida, cómo si fuese que las zapatillas son el sustento de precisamente aquello que define a este ser. Perder algo que determina la estructura y el funcionamiento de semejante bicho, es exactamente igual a la perdida de aquel que pierde aquello que lo define -digamos en algunos casos cabezas y en otros sólo cuerpo-. Como vagar por la vida lisiado, sin los fragmentos que le son propios al sujeto.
Entonces la perdida significaría sólo otra ruptura en aquel infinito cuadro de pequeños pedazos de azulejos celestes. Pequeños fragmentos que compones la historia de la vida, de la obra, de la figura en sí, del sujeto mismo que sufre. Los pixeles de las fotos digitales, los granos de arena de los relojes, las agujas de aquel reloj que nunca retrocede.
El tercer acto en el chiste o en el teatro, el desenlace de la novela de aquel libro de seiscientas páginas que esta juntando polvo en tu mesita de luz. Aquel libro que ansía ser leído cada noche, hojeado aunque sea, y que en cambio sólo es corrido de lugar para que su espacio lentamente sea ocupado por un cenicero. Cenicero tambien fragmentado que forma parte de la obra, del cuadro, y de la historia personal del sujeto.
Hasta que el ensordecedor ruido de la caída inescrupulosa lo despierta en la noche. Es aquel ser, dotado de investiduras, de significaciones que acaba de tirar al olvido, detrás de la mesita de luz el libro de 600 páginas, la historia de tu vida que todas las noches espera ser leída, y que siempre termina por caerse, al olvido o simplemente detrás de la mesa de luz de la casa que aún no nos pertenece, del lugar en el que nunca hemos estados, y en el cual nunca estaremos, porque aún no existimos, más que en pequeños lapsus, en pequeñas letras que intentan conformar una oración, oración sin predicado, y con sujeto fragmentado.

Discursivamente hablando . ..

Tengo miedo a dormir mucho. Tengo miedo a dormir poco. Tengo miedo a gustarme. Tengo miedo a que me gustes. Tengo miedo a los abejorros. Tengo miedo a que gustes de otro. Tengo miedo a las langostas. Tengo miedo a comer algo que me caiga mal. Tengo miedo a comer poco. Tengo miedo a comer mal. Tengo miedo a gustarte. Tengo miedo a no comer. Tengo miedo a ser muy flaco. Tengo miedo a ser muy gordo. Tengo miedo a ser lindo. Tengo miedo a ser feo. Tengo miedo a ser normal. Tengo miedo a no ser normal.  Tengo miedo a nunca conocerte. Tengo miedo a perderme. Tengo miedo a volverme loco. Tengo miedo a salir del departamento. Tengo miedo a no salir nunca más. Tengo miedo a conocerte. Tengo miedo a la política. Tengo miedo a no formar parte de la política. Tengo miedo a quererte. Tengo miedo al cortarme las uñas. Tengo miedo a no gustarte.Tengo miedo al fuego. Tengo miedo al cigarrillo. Tengo miedo a nunca dejar de fumar. Tengo miedo a perder la salud. Tengo miedo a ser muy saludable. Tengo miedo a terminar solo. Tengo miedo a no poder afrontar el terminar solo. Tengo miedo a no ser nadie. Tengo miedo a ser alguien. Tengo miedo a gritar. Tengo miedo a callar.  Tengo miedo a la duda. Tengo miedo a asustarte. Tengo miedo a las verdades. Tengo miedo a las mentiras piadosas. Tengo miedo a que me quieras. Tengo miedo a no ser lo que debo ser. Tengo miedo a tener miedo de no ser lo que debo ser. Tengo miedo a ser lo que no soy. Tengo miedo a nunca aprender piano. Tengo miedo a nunca escribir un libro. Tengo miedo a no conocer el mundo. Tengo miedo a nunca aprender francés.  Tengo miedo a conocer el mundo. Tengo miedo a que mi cuerpo cambie de formas. Tengo miedo a morir. Tengo miedo a que mi cuerpo siga siendo deforme. Tengo miedo a la percepción que tengo de mí. Tengo miedo a la percepción que los demás tienen sobre mi. Tengo miedo a no saber nada. Tengo miedo a ser ignorante. Tengo miedo a saber mucho. Tengo miedo a pasar el tiempo sin hacer nada. Tengo miedo a no leer lo suficiente. Tengo miedo a pasar todo el tiempo haciendo cosas. Tengo miedo a avanzar. Tengo miedo a retroceder. Tengo miedo a nunca avanzar. Tengo miedo a la oscuridad. Tengo miedo a vivir. Tengo miedo a las cosas que hay debajo de la cama. Tengo miedo a todo. Tengo miedo a nunca dejar de tener miedo. Tengo miedo a tener miedo siempre. Tengo miedo a las cosas que están escondidas detrás de este discurso.
Pensaba en el amor, y las ganas de amar. Todo el tiempo se sucedió de alguna manera la cual no me permite de cierta manera amar. Imagino de repente, como si fuese en un flashback, aquella escena y aquel bar.
Dos infantes regidos por las leyes de la mar, jugando a amar. Luces tenues, piano sin tocar. Solo bullicios de lo que la gente solia hablar, en sus mesas atorados de palabras, se miraban a los ojos y no sabian amar.
La situación dejo de interesar, él, con su impecable presencia, levantóse de la mesa, hizo un par de pasos, dejándolo atrás. El otro, fundante de subjetividad, miró la escena sin saber que esperar. Se había ido, ya no estaba más. Lo dejó sin siquiera saludar. De alguna manera, y por alguna razón sigo yendo a ese bar. esperando quizás, que cronos se disponga a jugar, dar vuelta aquellas pequeñas agujas, y retroceder el tiempo atrás.
Que importará, si no vendrá, y yo frente a este piano empiezo a cantar, este piano que es tan propio y tan ajeno, tan ciego y tan testigo ... de las leyes de la mar.
Si me pierdo entre pensamientos, sólo te pido que me sacudas un rato, que me mires a los ojos y me grites.
-Eu, volvé!
Entonces yo me encontraré de regreso hacia esta realidad de la cual somos parte vos y yo, yo y vos, los dos. Nosotros.
Recuerdo de chico, haber oído al hermano más chico de una amiga decir, "Los Nosotros", era plural de plurales, y sonaba tan lindo, que de pronto se me ocurrió que recordartelo sería chistoso. Todavía trato de dilucidar si en realidad lo es. Como aquella imagen que sigue recorriendo mi mente, en la cual me iba con él, y te dejaba a vos. Sigo creyendo que es gracioso, pero que la actitud esconde algo que todavia no puedo muy bien entender... Será que nunca me despedi?; entonces a lo lejos escucho
-Eu, volvé!
Y así me encuentro nuevamente regresando hacia esta realidad. Después de decirte un par de cosas sin sentido, las cuales no recuerdo, porque entre tantas cosas me pierdo. Creí volverme a encontrar en un espesa nebulosa de pensamiento, en la cual la pregunta principal, que la coronaba -a la nebulosa- era ¿Y DE MI VIDA QUÉ?. Sigo tratando de decifrar la pregunta, la cuestión es que recorde entre tantas cosas lo feliz que fui, aquel verano, en aquella playa, en aquella llegada de año. Vestido de blanco, con rosa en mano, y deseo por tirar al mar. Era todo tan ideal, y eso que siempre preferí el invierno parisino, los faroles, y los zapatos un poco gastados, el sobretodo negro, y la bufanda... perdido por aquellas calles. Pero no importa, vuelvo al hilo de pensamiento en el cuál la pregunta seguia insistiendome que la resuelva... y yo, que no sabia que decir... veía blanco. Blanco, todo era blanco, no sé si era "puro" lo blanco, o si era muerte. Era blanco, y blanco es. Blanco que no puedo pintar, blanco de lienzo nuevo, de papel por escribir, de camisa por estrenar. Blanco todo blanco, y ya no escucho mas aquella voz, no te escucho más. No esta mas el grito que me trae a la realidad
-Eu, volve!
Nunca más.
- Hipotenuso! mirá, esa chica tiene en la remera de Bariloche en lugar de su nombre dice DULCE.-decía Fabrittzzio.
- Si Fabrittzzio, hay nenas que se llaman Dulce.
- No, eso es mentira.
- De verdad, Dulce, Dulcinea.
- Si Fabrittzzio hay hembras que se llaman Dulce.- decía Venezuela con cara de atrapada.
- No, que feo- decía Fabrittzzio.
- Si, igualmente la mamá la mató - decía Venezuela.
- Bueno che, es lo que hay.- miro a Fabrittzzio como diciendo con los ojos "pobreeeee".
- Pero chicos, ese nombre se presta para muchas jodas.- Seguía insistiendo Fabrittzzio.
- Si, como por ejemplo, sos muy Dulce.- decía Venezuela.
- jajajajaja.- Los tres reían con caras de atrapados.
- Che, veni que la tengo Dulce.- dije entre líneas, y descoloqué el panorama tierno.

Verso per lei, Per verso.-

Por ella corría por los mares, caminaba por los pastos del monte verde y amarillo en otoño, pegaba las hojas amarillas y marrones a los árboles en otoño, sólo para poder quedarnos un rato más disfrutando del sol a la sombra, sobre la manta que poníamos sobre el césped, para no macharnos la ropa, y para que las hormiguitas coloradas no nos muerdan. Corría de acá para allá, cantaba una serenata tranquila mientra coronaba sus cabellos con un par de flores del valle. Éramos tan perfectamente imperfectos juntos. Éramos como toda pareja de amor, que no se llevaba bien, pero que la sombra de un árbol en otoño los hacía perfectos. Mientras mi mano deslizándose por la manta quería sentirla ella se alejaba cual histérica. Y se levantaba, se retiraba de la sombra de aquel árbol tan hermosamente arreglado por mi, para que nos cubra la sombra, y desde el sol, me decía - PERVERSO! vos, y tus sombras.- creía que la quería agarrar siempre en la oscuridad, pero ella no entendía que allí me sentía cómodo, y que además no la quería agarrar solamente en las sombras, en cualquier lugar quería agarrarla, pero ella no comprendía que yo reprimía todo, que por las calles me daba miedo rozarla, que tocarla me hacía prender fuego. Entonces, viene a mi memoria aquel día, en aquel pasaje, que nos cruzamos, y para evitar ponerme obsceno, cuando me rozó empecé a cantar Per lei, para que no nos pongamos cachondos en el medio del pasaje donde las viejitas caminaban para ir al almacén. Y ahí, cual serenatero estaba yo lleno de chamullos y melodías, solo para ocultar mi perversidad, lo que ella nunca entendió fue eso. Per lei, en realidad que Per verso, cantaba esos versos, Per lei me volvía Per verso. La per verseaba, la deseaba en la sombra de aquél árbol, más que nunca.

Nosotros.

Entonces mientras canto, "Si algo callé, es porque entendí todo, menos la distancia. Desordené átomos tuyos para hacerte aparecer....Arriba el sol, abajo el reflejo de cómo estalla mi alma, ya estás aquí y el paso que dimos es causa y es efecto, CRUZA EL AMOR, YO CRUZARÉ LOS DEDOS."
Y creo que es genial decirle a alguien que nos encuentre ahí, que haya un punto de intersección el cual nos crucemos, mientras que uno cruzas sus extremidades superiores para que se pueda dar, para que lo puedan enamorar. Mientras Hipotenuso piensa éstas cosas quiere enamorarse... Juega a ser el galancito de la cuadra, mientras canto un tanguito y baila un milonga con los faroles, camina en la lluvia esperando encontrar aquella bella pareja que se acerque con su paraguas y lo cubra de la bella lluvia. Mientras le dice al oído, debajo del paraguas, - Dejemos que nos moje la lluvia, bailemos en ella como lo predijo el galán Johnnie Ray.- Y así dejar sus cuerpos empapar, por aquellas gotas de agua que caeran. Mientras piensa que un "Nosotros" no estaría para nada mal.

Lo supo desde siempre . .

Te llamo? No te llamo?... No, yo te llamo, ya está.... Bueno, no, mejor no. Llamo a otra persona, lo que me pasa es que tengo ganas de comunicarme con vos, pero no quiero comunicarme con vos, entonces hago una llamada inútil, aunque sea consultando el saldo, a hablar con operadora que cambia la voz, que no sabes si es hombre, mujer, máquina, mujer-máquina u hombre-máquina; pero llamo igual, es simplemente que tengo ganas de comunicarme. Antes que mandarme cualquiera con vos, llamo a la operadora para consultar saldo. Quiero comunicarme, es lo único que quiero, con cualquiera, no importa quién sea. Es la necesidad de estar en contacto con alguien, y preferiría que no fueras vos, no me parece correcto, llamarte así porque sí, sin tener motivos ni razones; más que las ganas de comunicarme. Andá a saber que estas haciendo, por ahí interrumpo tus horas de meditación, o tus horas de sueño. Definitivamente no te llamo, son las 3 de la mañana. No me parece correcto. No, mejor no te llamo. Pero es que quiero comunicarme con vos... Odio estas situaciones, qué hago? Bueno, pienso en otra cosa mejor. Y si descorcho otro syrah? o un cabernete? o un malbec? bueno, la bodega que sea, la que primero agarre. Prometo no leer las etiquetas, mejor que la vida me sorprenda... no? Porqué de que me sirve hacer cosas que se como van a terminar? No tiene tanta emoción, por eso no te llamo, no quiero sacarte de tu mundo paralelo, no quiero que dejes de mirar la luz del comedor, tampoco quiero que dejes de mirarme cuando dejas de mirar la pantalla. Es que el silencio a veces me cuesta llevarlo, siempre tengo que ganas de decirte algo, pero no sé que es, y para que te voy a hablar, o llamar si estás sentado enfrente mío, mirandome a los ojos, sin emitir sonido alguno, como si fuese que lees mis pensamientos. Y ahora te estas riendo? Esto es el colmo. Me siento incomodo. Que me llame alguien Dios!!!! Basta con la miradita y la mueca esa feliz. No ves que me hace mal? Si, asi me gusta más, nos estamos entendiendo ahora. Si, seguí mirando la luz mejor. HEY! te dije que mires la luz, me pone incomodo tu mirada tierna y sútil, con los ojos lloroso. NO TE ABUSES! dejá de mirarme así, sabes que me mata que me mires así. No tiene sentido esto. Yo mejor te llamo. A ver si te despertas, se rompe este silencio espantoso. Se me esta haciendo tarde, y el día esta comenzando, el vino esta en la mesa junto a nuestras copas, y la base de las mismas dejaron impregnado en el mantél el recuerdo de esta noche, con vino. Siempre me voy a acordar de vos. Es verdad. Pero despertate, que se te hace tarde, tenes que ir a trabajar. Fue lindo. Si, lo fue. Nos veremos otra vez? No me mires con esa cara de dormido, se te esta haciendo tarde, no ves mi cara de preocupación porque estás llegando tarde? Claro, ahora que recién te levantas no te da la telepatía para leerme los pensamientos ni siquiera analizar mi cara porque, claro, tenes sueño todavía. Bueno te tenes que ir. Decime algo, no te podes ir callado. Estuviste toda la noche callado. Hablame, aunque sea decime. -Me dejás dormir?. Algo, decime algo. Me esta desesperando esta situación, me voy a prepararte el desayuno. A ver si te despabilas y me decís algo. Una seña aunque sea. Se lenguaje de señas, entre otras tantas cosas que hice por esta insaciable necesidad de intelectualidad, me supe anotar a todo lo que pude para comunicarme mejor con la gente. Y acá me tenes, pensando como un estúpido, se me quemaron las tostadas, ahora no da darte tostadas quemadas, y no tengo mas pan. Bueno me disculparé entonces. Mientras te sirvo el desayuno podés emitir algún sonido, aunque sea un PUAJ, una cara de asco porque se me quemaron las tostadas, o un ruidito cuando tomes el té, el ruido del sorbo. HACE RUIDO!!! Dejá de mirarme con cara de complice, y con la tostada (negra) en la mano. Si, ya sé, se me quemó, tampoco es para que te burles, encima que te hice el desayuno, te quejas. No bueno, no para, todavía no te vayas, me enojé un poquito nomás, era broma. Que mi boca emita un sonidooo!!!!!! Porqué se me adormecen los labios? Me besas? No, no te vayas todavia, llegar media hora mas tarde no te va a hacer mas mal. No, Por favor no te vayas. Te enojaste? Perdoname. Es que me parecio un poco desagradecido de tu parte no emitir ni un solo sonido. Claro, y ahora te reís? Cómo esto? Decime algo, gritame, puteame, decime Chau, no te vayas así nomas. Por favor, no hablamos en toda la noche, pensé en llamarte, pero no sabía si hacerlo, te ves tan lindo cuando miras a la luz, te da un toque fresco a tus vellos faciales, que te quedan hermoso, y los ojos llorosos perdidos en la claridad, fascinado mirandome. No quiero que te vayas. Decí algo, hace algún gesto!!! NO, NO, NO, la mano de despedida NOOOO. Por favor, no. Ese gesto no otro.
-Tequiero; de verdad me tengo que ir, el desayuno fue lo más lindo que hicieron por mí. Me gusta que te guste cuando miro la luz, y cuando te miro. Me gusta que dejes que la vida te sorprenda. Me gustas, pero me tengo que ir.

Esos decires . .

Mientras pienso, la suma de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, creo encontrarme en la aritmética elemental pitagórica, mientras me rasco una ceja y pienso en que si lo que estoy escribiendo es verdad... entonces me digo a mi mismo que si, y creo imaginarte en una ecuación perfecta, entre el arte y las matemáticas. Ahí mismo donde la geometría juega un papel totalmente importante, y los colores dan vida a las figuras, todo es arte, me digo y pienso que un árbol bonsai de hojas en forma de triángulo color rosadas quedaría espectacular en la mesita de luz al lado de una silla-vela, y un portalapices rojo. Sería la combinación perfecta, obviando la parte de que en realidad la decoración de la habitación es en azules, pero darle un poco de importancia a la gama de los rojos no me vendría nada mal, porque significa que hay pasión a pesar de ser frío como el azul, y la luz de las mañanas que ilumina nuestros rostros nos dice que el rojo queda genial. Pero no en exceso porque ya se viene el verano, y la gama de los rojo-naranja-amarillo dan calor, y en cambio los azules dan una sensación de frío-frescura, lo cual es como yo, esta combinación entre lo uno y lo otro, entre tu espalda y mi pecho, entre tu cabeza posada en la almohada cuál pájaro que se acurruca tiernamente en mi ventana por las mañanas. Como las palomas grisecitas que viene a hacer Prrrr Prrr todas las mañanas (incluyendo los domingos) para avisarme que estoy durmiendo de más, y que el día esta genial, y que por más de que yo tenga que cursar y vos no te puedas quedar, es lindo despertar con las palomas grises y vos, y la almohada, y la gama de rojos en la mesita de luz y la habitación de decoración azul. Porque todo es genial, porque todo esta en mi imaginación. Entonces el rojo, el azul, las palomas, vos, la almohada y las mañanas en realidad son utópicas, porque vos estas lejos, aunque lo demás sea todo verdad ...






A Hipotenuso le encanta hablar de más, decorar con meticulosidad, cantar y jugar.