Pensaba en el amor, y las ganas de amar. Todo el tiempo se sucedió de alguna manera la cual no me permite de cierta manera amar. Imagino de repente, como si fuese en un flashback, aquella escena y aquel bar.
Dos infantes regidos por las leyes de la mar, jugando a amar. Luces tenues, piano sin tocar. Solo bullicios de lo que la gente solia hablar, en sus mesas atorados de palabras, se miraban a los ojos y no sabian amar.
La situación dejo de interesar, él, con su impecable presencia, levantóse de la mesa, hizo un par de pasos, dejándolo atrás. El otro, fundante de subjetividad, miró la escena sin saber que esperar. Se había ido, ya no estaba más. Lo dejó sin siquiera saludar. De alguna manera, y por alguna razón sigo yendo a ese bar. esperando quizás, que cronos se disponga a jugar, dar vuelta aquellas pequeñas agujas, y retroceder el tiempo atrás.
Que importará, si no vendrá, y yo frente a este piano empiezo a cantar, este piano que es tan propio y tan ajeno, tan ciego y tan testigo ... de las leyes de la mar.

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