Pensaba en el amor, y las ganas de amar. Todo el tiempo se sucedió de alguna manera la cual no me permite de cierta manera amar. Imagino de repente, como si fuese en un flashback, aquella escena y aquel bar.
Dos infantes regidos por las leyes de la mar, jugando a amar. Luces tenues, piano sin tocar. Solo bullicios de lo que la gente solia hablar, en sus mesas atorados de palabras, se miraban a los ojos y no sabian amar.
La situación dejo de interesar, él, con su impecable presencia, levantóse de la mesa, hizo un par de pasos, dejándolo atrás. El otro, fundante de subjetividad, miró la escena sin saber que esperar. Se había ido, ya no estaba más. Lo dejó sin siquiera saludar. De alguna manera, y por alguna razón sigo yendo a ese bar. esperando quizás, que cronos se disponga a jugar, dar vuelta aquellas pequeñas agujas, y retroceder el tiempo atrás.
Que importará, si no vendrá, y yo frente a este piano empiezo a cantar, este piano que es tan propio y tan ajeno, tan ciego y tan testigo ... de las leyes de la mar.
Si me pierdo entre pensamientos, sólo te pido que me sacudas un rato, que me mires a los ojos y me grites.
-Eu, volvé!
Entonces yo me encontraré de regreso hacia esta realidad de la cual somos parte vos y yo, yo y vos, los dos. Nosotros.
Recuerdo de chico, haber oído al hermano más chico de una amiga decir, "Los Nosotros", era plural de plurales, y sonaba tan lindo, que de pronto se me ocurrió que recordartelo sería chistoso. Todavía trato de dilucidar si en realidad lo es. Como aquella imagen que sigue recorriendo mi mente, en la cual me iba con él, y te dejaba a vos. Sigo creyendo que es gracioso, pero que la actitud esconde algo que todavia no puedo muy bien entender... Será que nunca me despedi?; entonces a lo lejos escucho
-Eu, volvé!
Y así me encuentro nuevamente regresando hacia esta realidad. Después de decirte un par de cosas sin sentido, las cuales no recuerdo, porque entre tantas cosas me pierdo. Creí volverme a encontrar en un espesa nebulosa de pensamiento, en la cual la pregunta principal, que la coronaba -a la nebulosa- era ¿Y DE MI VIDA QUÉ?. Sigo tratando de decifrar la pregunta, la cuestión es que recorde entre tantas cosas lo feliz que fui, aquel verano, en aquella playa, en aquella llegada de año. Vestido de blanco, con rosa en mano, y deseo por tirar al mar. Era todo tan ideal, y eso que siempre preferí el invierno parisino, los faroles, y los zapatos un poco gastados, el sobretodo negro, y la bufanda... perdido por aquellas calles. Pero no importa, vuelvo al hilo de pensamiento en el cuál la pregunta seguia insistiendome que la resuelva... y yo, que no sabia que decir... veía blanco. Blanco, todo era blanco, no sé si era "puro" lo blanco, o si era muerte. Era blanco, y blanco es. Blanco que no puedo pintar, blanco de lienzo nuevo, de papel por escribir, de camisa por estrenar. Blanco todo blanco, y ya no escucho mas aquella voz, no te escucho más. No esta mas el grito que me trae a la realidad
-Eu, volve!
Nunca más.
- Hipotenuso! mirá, esa chica tiene en la remera de Bariloche en lugar de su nombre dice DULCE.-decía Fabrittzzio.
- Si Fabrittzzio, hay nenas que se llaman Dulce.
- No, eso es mentira.
- De verdad, Dulce, Dulcinea.
- Si Fabrittzzio hay hembras que se llaman Dulce.- decía Venezuela con cara de atrapada.
- No, que feo- decía Fabrittzzio.
- Si, igualmente la mamá la mató - decía Venezuela.
- Bueno che, es lo que hay.- miro a Fabrittzzio como diciendo con los ojos "pobreeeee".
- Pero chicos, ese nombre se presta para muchas jodas.- Seguía insistiendo Fabrittzzio.
- Si, como por ejemplo, sos muy Dulce.- decía Venezuela.
- jajajajaja.- Los tres reían con caras de atrapados.
- Che, veni que la tengo Dulce.- dije entre líneas, y descoloqué el panorama tierno.