Verso per lei, Per verso.-

Por ella corría por los mares, caminaba por los pastos del monte verde y amarillo en otoño, pegaba las hojas amarillas y marrones a los árboles en otoño, sólo para poder quedarnos un rato más disfrutando del sol a la sombra, sobre la manta que poníamos sobre el césped, para no macharnos la ropa, y para que las hormiguitas coloradas no nos muerdan. Corría de acá para allá, cantaba una serenata tranquila mientra coronaba sus cabellos con un par de flores del valle. Éramos tan perfectamente imperfectos juntos. Éramos como toda pareja de amor, que no se llevaba bien, pero que la sombra de un árbol en otoño los hacía perfectos. Mientras mi mano deslizándose por la manta quería sentirla ella se alejaba cual histérica. Y se levantaba, se retiraba de la sombra de aquel árbol tan hermosamente arreglado por mi, para que nos cubra la sombra, y desde el sol, me decía - PERVERSO! vos, y tus sombras.- creía que la quería agarrar siempre en la oscuridad, pero ella no entendía que allí me sentía cómodo, y que además no la quería agarrar solamente en las sombras, en cualquier lugar quería agarrarla, pero ella no comprendía que yo reprimía todo, que por las calles me daba miedo rozarla, que tocarla me hacía prender fuego. Entonces, viene a mi memoria aquel día, en aquel pasaje, que nos cruzamos, y para evitar ponerme obsceno, cuando me rozó empecé a cantar Per lei, para que no nos pongamos cachondos en el medio del pasaje donde las viejitas caminaban para ir al almacén. Y ahí, cual serenatero estaba yo lleno de chamullos y melodías, solo para ocultar mi perversidad, lo que ella nunca entendió fue eso. Per lei, en realidad que Per verso, cantaba esos versos, Per lei me volvía Per verso. La per verseaba, la deseaba en la sombra de aquél árbol, más que nunca.